—¿Y qué consiguió “el señor desafiante”?—le pregunté con sarcasmo, sin dejarle tiempo para responder—. ¡Nada! ¡Absolutamente nada pedazo de idiota! Lamentablemente para ti yo soy el último eslabón. El último nivel. El destino final… ya no tendrás otra oportunidad."...
sábado, abril 05, 2008
PLAZA BAQUEDANO, antología de poetas y narradores
—¿Y qué consiguió “el señor desafiante”?—le pregunté con sarcasmo, sin dejarle tiempo para responder—. ¡Nada! ¡Absolutamente nada pedazo de idiota! Lamentablemente para ti yo soy el último eslabón. El último nivel. El destino final… ya no tendrás otra oportunidad."...
jueves, julio 26, 2007
CONTANDO EN IMÁGENES
La sensación es la misma que cuando escribo. El lápiz es reemplazado por un pincel, la tinta por óleo, el teclado y el monitor por un atril y un bastidor. El común denominador: la hoja en blanco.
Cuesta mucho quedar conforme y terminar un cuento, lo mismo pasa con la pintura. Hay que dejarlos reposar, semanas o meses si es necesario... releerlos y volver a verlos de vez en cuando... los sentimientos, cuando son profundos, demoran en aparecer... cuesta encontrar el destello, que en forma a la idea sale de las profundidades de la conciencia.
Te expongo ahora algunas ideas en forma de pintura, para no redundar en descripciones aquí van algunos comunes denominadores:
- Técnica: óleo sobre tela (Excepto "Poe" que es grafito)
- Estilo: indefinido, aunque con notas surrealistas y trazos art nouveau.
- Influencias: canimagismo.
- Maestros: Murua, Matta, Toral.
- Temática: psicológica.
- Producción: todos fueron pintados entre las 00:30 y las 6:00 am.
Mis Oleos |
sábado, junio 09, 2007
PUTITO
viernes, junio 08, 2007
Mudez
En mi última sesión de taller de narrativa, el fogoso y deslenguado escritor Juan Carlos Sánchez, a quien entre los amigos llamamos "El Marqués de Saint Chez", nos sorprendió con un microcuento dedicado a cada tallerista. Transcribo aquí el que dedicara para mí. ¡Gracias Marqués!
Para Mario E. Moreno Rodríguez
miércoles, junio 06, 2007
Mi Primer Libro de Cuentos
A principios de este año postulé un proyecto escritural al Fondo del Libro y anoche me enteré que este había sido seleccionado por el comité de expertos; considerando que mi propuesta merecía ser financiada por el fondo cultural. Este es el primer paso para obtener mi primer libro de cuentos.
Nombre del Proyecto: En esta etapa es confidencial, como también la temática. Ya podré contarles más.
Fundamento de la Evaluación Cualitativa: "Es una propuesta diferente que hace un juego narrativo con lírica que cautiva. Tiene una carga de humor negro en su proyecto escritural que hace que mantenga la tensión e interés en el texto."
Resolución: "Seleccionado. Felicitaciones. El Consejo Nacional del Libro y la Lectura ratifica la evaluación del comité de expertos y selecciona el Proyecto para su financiamiento."
Muchas gracias a todos, quienes directa o indirectamente, me han ayudado a creerme mi propio "cuento". Principalmente a mi querida esposa, quien ha sabido comprender que el trabajo de escritor es solitario y me ha prestado grandes porciones de mi propio tiempo junto a ella, en pro de un capricho personal. También le doy gracias a mi profesor de taller de narrativa: Diego Muñoz Valenzuela (http://diegomunozvalenzuela.blogspot.com/) quien me ha aportado principalmente el oficio y el verdadero entusiasmo por escribir. Con una crítica, sabia, estricta, ruda y constructiva. A mis compañeros de taller y muy especialmente a "Bitin" Salgado y "Yeicí" Sánchez, dos grandes escritores y amigos de ideales y juerga.
¡A escribir!
domingo, mayo 20, 2007
VICIONARIO
Son las once de la mañana y recién me estoy dando la habitual ducha de las siete. Sin duda una noche larga, apenas el breve resplandor de un carrete apoteósico. Interminables rondas de golpeaditos, decenas de porros de marihuana, exceso de bailes agazapados, me hicieron acabar entre sus piernas sometido a un sexo descontrolado. Borrón mental al estilo de “te lo encargo”… que fría está el agua y que rápido pasa el tiempo cuando no duermes, ya son las dos de la tarde, una tostada con paté rancio, un sorbo de cerveza y la caña que desaparece tan lento como el vómito que acabo de evacuar en el lavaplatos. ¡Hoy dejo de tomar!
Siempre después de un carrete me viene un sentimiento de culpa, un cierto temor a la muerte que me pone reflexivo, llegando a elaborar sendas hipótesis post excesos. Una de ellas es respecto a los vicios, creo firmemente que de todos uno puede tener solamente dos, porque el tercero termina matándolo. Una vez conocí a un tipo que había fumado marihuana y tabaco toda su vida, y por alguna razón personal profunda o simple ahuevonamiento comenzó también a alcoholizarse, ¡glup!: cirrosis hepática. Otro caso es el de un compañero de universidad, bueno para el copete y mujeriego insaciable, se inició de pronto en el tabaco y ¡paf!: cáncer pulmonar. Para que seguir enumerando, es sólo una hipótesis posible de teorizar. Subo a mi auto, alta velocidad.
A unos veinte kilómetros de aquí está Codigua y el río Maipo ofrece un apacible lugar donde descansar, a esta velocidad son sólo doce minutos pasando Melipilla. Ella duerme en el asiento de al lado, ni el roce lascivo de mi mano en su pierna izquierda pudo despertarla mientras sacaba un caño de la guantera.
En la orilla del río, busco el mejor lugar para descansar. ¿Aquí sobre esta piedra?, ¿flotando sobre el río o bajo uno de esos árboles productores de viento y sombra? La verdad, sí me importa donde instalarnos, ¡nada arruinará este paseo! Sobre las rocas habitan infinidad de tábanos y bichos raros, chaquetas amarillas, incluso gusanos. Ni hablar de la vida a nivel del agua, mulas, mosquitos y zancudos, mucho menos de las hormigas, termitas y escarabajos a la sombra de cualquier árbol, nada más desagradable que la marihuana con bicharracos y la cerveza caliente. Bueno, mi consideración también es hacia ella, anoche la pasamos muy bien y creo firmemente que las circunstancias ameritan un poco de deferencia de mi parte. La orilla del río es perfecta: una roca, mucha agua, la sombra de un árbol.
Al fin estamos aquí, frente a frente con el río Maipo, tengo cerveza amarradas helándose en el agua y un cargamento de verde de mi cosecha personal. La traje en brazos desde el auto, envuelta en la misma toalla que ocupé para secarme después de la ducha. Prendo un andino de verdes cogollos. La veo ahí, semidesnuda, sus pechos son notoriamente más pequeños que anoche, incluso ella misma se ve menos guapa ahora a pleno sol. En fin, que más da, a nadie le falta Dios, de noche todos los gatos son negros, mas yo prefiero culpar al tequila, no en vano subsiste hasta hoy la raza mexicana. Le invito unas piteadas, al mismo tiempo alcanzo una lata de cerveza, ¡está heladita!, la agito un poco, ¡Pssss!, la espuma salta lejos, acerco pronto la boca y trago de un sorbo, ella repite la escena entre mis piernas.
Son ahora las siete de la tarde, ¡qué día de excesos!, comienza inexorable a caer la noche. Después del desenfrenado sexo me gusta dormir, pero ella insiste en conversar. Recostados en el suelo, mi mano izquierda bajo su cabeza. Un tábano en el pié no logra distraerme, mis ojos se han clavado en el cielo contando zancudos y polillas que giran y giran alrededor de nuestros cuerpos, el mosquito zumba un secreto inentendible en mis oídos. Ella agarrada con fuerza a mi pecho, dice que está enamorándose de mí, siento hormigas en mi estómago, “¡OH!, te ves tan linda de noche…” me cree y lo acepta como si fuera cierto. Inevitable reflexión es la culpa del exceso, el temor a la muerte y una hipótesis que pide ser ley sin dar tiempo a posibles teorías, ¡este vicio no me va a matar!, le busqué entonces el mejor lugar para descansar. Bajo un árbol que se inunda cuando sube el río, tapada por un montón de piedras, yace ese amor que pudo transformarse en mi tercer vicio. ¡Escogí mal día para dejar de tomar!